Qué pasa realmente si corres hacia un perro que te va a atacar

¿Alguna vez te has preguntado qué sucedería si, en lugar de correr para escapar de un perro que te ataca, decidieras hacer todo lo contrario y correr hacia él? Suena ilógico, casi suicida, ¿cierto? Pero lo cierto es que esta reacción tan poco común puede tener efectos muy distintos a lo que uno pensaría.

En este artículo te contaré lo que ocurre a nivel instintivo en el perro, por qué algunas personas eligen esta estrategia, qué dicen los expertos sobre este tipo de encuentros y qué es lo que realmente deberías hacer si te encuentras en una situación de peligro con un perro agresivo.

La primera reacción natural del ser humano

Lo más lógico cuando un perro empieza a gruñir, enseñar los dientes o corre hacia ti ladrando es sentir miedo y salir corriendo. Nuestro instinto de supervivencia está diseñado así: huir de cualquier amenaza que pueda hacernos daño. Sin embargo, los perros —como muchos otros animales— interpretan la huida como una señal de debilidad o presa fácil.

Cuando corres, te conviertes en un objetivo en movimiento. El instinto del perro se activa y lo más probable es que te persiga. Es como lanzar una pelota: el perro la sigue sin pensarlo demasiado. En este contexto, huir puede ser lo peor que podrías hacer.

¿Qué ocurre si corres hacia el perro?

Ahora bien, si en lugar de huir decides correr hacia el perro, estás enviando una señal muy diferente. En lugar de parecer una presa, de repente pareces una amenaza. Tu postura cambia, tu energía cambia, y eso lo sienten inmediatamente.

Muchos expertos en comportamiento canino coinciden en que un cambio repentino en la actitud de una persona puede desestabilizar al perro por completo. Los perros leen el lenguaje corporal mejor que cualquier otra especie. Si un humano corre hacia ellos de forma decidida, puede provocar en el animal una respuesta de duda, confusión o incluso retroceso.

No significa que todos los perros vayan a detenerse, pero en muchos casos, especialmente si el perro no tiene un historial de agresividad severa o si simplemente está marcando territorio, puede detenerse, retroceder o incluso irse.

¿Por qué puede funcionar esta técnica?

Este fenómeno tiene mucho que ver con el lenguaje corporal y las jerarquías. En el mundo animal, la energía dominante no es agresiva sino segura y firme. Cuando tú corres hacia el perro, estás rompiendo el patrón de la víctima.

Además, le estás enviando un mensaje directo: “No te tengo miedo. No soy presa. No me vas a dominar”. Este cambio de roles puede hacer que el perro dude de su ataque, especialmente si no esperaba esa reacción.

También se rompe el ciclo instintivo de persecución. Si el perro esperaba que corrieras, su impulso era perseguirte. Si no lo haces, y encima haces lo contrario, su cerebro necesita un momento para procesar lo que está pasando.

¿Esto significa que deberías hacerlo siempre?

La respuesta corta es no. Esta estrategia puede funcionar en ciertas situaciones, pero depende de muchos factores: la raza del perro, su nivel de socialización, si está entrenado para atacar, si tiene miedo, si está defendiendo algo (territorio, comida, crías), etc.

Además, no todo el mundo tiene la capacidad de controlar su energía, cuerpo y emociones en un momento de tensión como ese. Si corres hacia el perro lleno de miedo, temblando o gritando, el efecto puede ser el contrario: el perro puede atacarte con más fuerza.

¿Qué recomiendan los expertos?

Los profesionales en comportamiento animal y adiestramiento canino recomiendan algo más equilibrado:

  • No correr. Jamás.
  • Mantenerse firme, de pie, sin moverse demasiado.
  • Evitar contacto visual directo (esto puede ser percibido como un reto).
  • Hablar con voz firme pero calmada.
  • Usar comandos como “¡No!” o “¡Vete!” con autoridad.

Si el perro sigue acercándose, puedes intentar retroceder lentamente sin darle la espalda, o usar un objeto (mochila, abrigo, palo) como escudo sin golpear al animal, solo para interponerlo entre ambos.

¿Y si no hay escapatoria?

Si ya no tienes otra opción, y estás completamente seguro de que el perro te va a atacar, correr hacia él puede ser un último recurso para intentar confundirlo o asustarlo. No es una táctica para cualquiera ni para todas las situaciones, pero hay casos documentados donde ha funcionado.

Eso sí, si decides hacerlo, tiene que ser con energía dominante, pasos firmes, mirada fija (pero no desafiante) y gritos de autoridad. No se trata de volverse loco y cargar como en una batalla épica, sino de proyectar seguridad, determinación y control.

Conclusión: la seguridad está en el conocimiento

Entender cómo reaccionan los perros ante diferentes estímulos puede marcar la diferencia entre salir ileso o sufrir un ataque. Correr hacia un perro que te va a atacar puede funcionar en algunos casos, pero no es una técnica infalible ni universal.

Lo mejor que puedes hacer es prevenir este tipo de situaciones, aprender sobre lenguaje canino y mantener la calma si te enfrentas a un perro agresivo. Recuerda que los animales sienten tu energía. Si eres capaz de controlarla, tienes una gran ventaja.

Y tú, ¿alguna vez te has encontrado en una situación así? ¿Cómo reaccionaste?


Posted

in

Tags: