Notas espectaculares del mundo, historias que inspiran tu estilo de vida, tendencias que despiertan tu curiosidad, claves para una vida plena y productiva, y una mirada profunda al mundo que nos transforma

Por qué cada vez más investigaciones apuntan a que la inteligencia viene de mamá

¿Alguna vez te han dicho que “saliste inteligente como tu mamá”? Pues no es solo un cumplido… ¡podría tener base científica! En los últimos años, diversas investigaciones han puesto sobre la mesa un tema fascinante: la posibilidad de que la inteligencia se herede principalmente de la madre.

Pero, más allá del ADN, también hay otros factores igual de importantes: el vínculo, la estimulación temprana, el amor. Así que si eres mamá (o futura mamá), este artículo es para ti. Porque criar con conciencia e inspiración también es una forma de heredar inteligencia emocional, curiosidad y resiliencia.

Qué dice la ciencia sobre la herencia de la inteligencia

La idea de que la inteligencia se hereda no es nueva, pero el detalle interesante es de quién viene mayoritariamente. Estudios recientes han señalado que los genes vinculados con las habilidades cognitivas están ubicados en el cromosoma X. Como las mujeres tienen dos cromosomas X, tienen más posibilidades de transmitir estos genes.

Uno de los estudios más citados es el del Medical Research Council Social and Public Health Sciences Unit de Glasgow, que hizo un seguimiento a miles de adolescentes durante varios años. ¿El hallazgo? La inteligencia de la madre era el mejor predictor de la inteligencia de sus hijas e hijos, incluso más que otros factores como el nivel socioeconómico.

Pero… ¿solo son los genes?

No. La genética abre la puerta, pero el entorno termina de moldearlo todo.

1. El rol de la madre en el desarrollo emocional y cognitivo

Durante los primeros años de vida, el vínculo emocional entre madre e hija(o) tiene un impacto enorme en el desarrollo del cerebro. La seguridad afectiva, la estimulación verbal, el juego, la contención emocional… son todos factores que favorecen el crecimiento de zonas clave del cerebro como el hipocampo y la corteza prefrontal.

2. La inteligencia también se nutre del ejemplo

Las madres que leen, que hacen preguntas, que conversan, que estimulan la curiosidad, están creando un entorno donde aprender es natural. Ese entorno se convierte en parte de la identidad de sus hijas e hijos.

3. Neuroplasticidad y amor

La ciencia también ha comprobado que el afecto constante fortalece la conexión neuronal. El cerebro en desarrollo es sensible al entorno. Una madre presente emocionalmente puede literalmente ayudar a “tejer” un cerebro más saludable y activo.

Ejemplo real: el caso de Andrea y su hija Valentina

Andrea es profesora y madre soltera. Desde pequeña, Valentina la vio leer novelas, escribir en diarios y jugar con crucigramas. En casa no había lujos, pero sí una regla: cada noche, se compartía lo aprendido ese día.

Hoy, Valentina tiene 17 años y fue becada para estudiar ingeniería. Cuando le preguntan a quién le debe su amor por aprender, responde sin dudar: “a mi mamá, que me enseñó a pensar”.

Qué podemos aprender de esto como madres, tías o cuidadoras

1. Tu ejemplo vale más que mil lecciones

No necesitas ser experta en neurociencia ni tener todos los recursos. Leer un cuento, compartir historias, resolver problemas juntas, ya es sembrar inteligencia.

2. Habla, canta, pregunta, ríe

El lenguaje estimula el cerebro. No temas repetir, jugar con palabras, inventar canciones. El cerebro de tu peque absorbe todo.

3. Valida las emociones

La inteligencia emocional también es parte de la ecuación. Enseñar a identificar lo que sienten, a expresarlo y a gestionar la frustración es un regalo para toda la vida.

4. Estimula, pero no exijas

No se trata de tener hijas e hijos genios, sino seres humanos curiosos, seguros y felices. La presión agota, pero el entusiasmo contagia.

¿Y los papás?

Claro que los papás también tienen un rol fundamental. La presencia, el amor, el estímulo, la admiración… todo eso influye. Pero en cuanto a la herencia genética específica de la inteligencia, los estudios más recientes sugieren que la madre tiene mayor peso.

Eso no significa que la crianza sea solo responsabilidad materna. Más bien, es una invitación a valorar el poder de la maternidad consciente y del amor activo como herramientas de transformación.

Conclusión

La ciencia empieza a confirmar lo que muchas madres ya intuían: que hay algo especial, profundo y transformador en su vínculo con sus hijas e hijos. Sí, parece que una parte de la inteligencia se hereda de mamá. Pero la otra parte se construye, se contagia y se inspira.

Y si estás leyendo esto siendo madre, cuidadora o guía, recuerda: cada palabra, cada abrazo, cada “¿por qué crees que pasa esto?”… está dejando huella. Tú eres parte esencial del mapa mental y emocional de una nueva generación.