No dormir lo suficiente afecta mucho más que solo tu energía. Cuando no duermes bien, tu cerebro literalmente empieza a fallar. Te cuesta concentrarte, te vuelves más olvidadizo y hasta las cosas más simples se sienten difíciles.

La falta de sueño también afecta tu estado de ánimo. Te pones más irritable, ansioso y con menos paciencia para todo. Incluso puedes sentirte triste sin motivo aparente, porque tu cerebro no ha tenido el tiempo necesario para procesar emociones.

A largo plazo, dormir poco puede afectar tu memoria y aumentar el riesgo de problemas como la depresión o el Alzheimer. Es como si tu cerebro nunca tuviera tiempo para resetearse y limpiar toda la basura acumulada durante el día.

Dormir no es un lujo, es una necesidad. Es el momento donde tu mente se repara, aprende y se prepara para seguir funcionando. Así que, si quieres pensar mejor, sentirte bien y vivir más, empieza por cuidar tus horas de sueño.