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Lo que nadie te cuenta sobre calentar aceite de oliva y por qué deberías evitarlo

El aceite de oliva ha sido considerado durante siglos como un verdadero tesoro culinario y medicinal. Es uno de los pilares de la dieta mediterránea y, sin duda, uno de los ingredientes más comunes en nuestras cocinas. Pero ¿qué pasa cuando lo calentamos? Aunque muchas personas lo usan para freír o saltear, existen verdades poco conocidas que podrían cambiar la forma en que cocinas para siempre.

El mito de que el aceite de oliva lo resiste todo

Es fácil caer en la idea de que el aceite de oliva es perfecto para todo tipo de preparaciones. Sin embargo, no todos los aceites de oliva son iguales. El aceite de oliva virgen extra (AOVE), por ejemplo, tiene un punto de humo más bajo que otros aceites como el de girasol o canola. Esto significa que al alcanzar cierta temperatura (aproximadamente 160-190°C), el aceite comienza a degradarse y liberar compuestos tóxicos.

Cuando un aceite llega a su punto de humo, pierde gran parte de sus propiedades beneficiosas: antioxidantes, polifenoles y vitaminas. Además, comienza a liberar acroleína, una sustancia irritante para los ojos y las vías respiratorias, e incluso potencialmente cancerígena en exposiciones prolongadas.

Lo que realmente sucede cuando lo calientas

Calentar aceite de oliva por encima de su punto de humo no solo altera su sabor, sino que cambia su estructura molecular. Este proceso genera grasas trans y radicales libres, ambos relacionados con el estrés oxidativo y la inflamación celular.

Un estudio publicado en el Journal of Food Chemistry reveló que calentar AOVE por encima de los 180°C durante tiempos prolongados reduce hasta en un 70% sus antioxidantes naturales. Esto significa que ese “oro líquido” que elegiste por sus beneficios para el corazón, podría convertirse en un producto proinflamatorio si se usa incorrectamente.

Alternativas más seguras para cocinar

No todo está perdido: puedes seguir disfrutando del aceite de oliva sin poner en riesgo tu salud. Aquí van algunas recomendaciones prácticas:

  • Usa aceite de oliva virgen extra para aderezar, no para freír. Su sabor afrutado y sus propiedades se mantienen mejor en frío o en cocciones suaves.
  • Opta por métodos de cocción más suaves como el salteado a fuego medio o bajo.
  • Para freír, elige aceites con punto de humo alto, como el aceite de aguacate o el de coco refinado.
  • Experimenta con otras grasas saludables, como el ghee o la mantequilla clarificada, que soportan mejor las altas temperaturas.

Ejemplos cotidianos que marcan la diferencia

Pensemos en algo tan simple como preparar un salteado de verduras. Muchas personas ponen el sartén a fuego alto, agregan aceite de oliva virgen extra y luego los ingredientes. El resultado: el aceite se quema antes de que las verduras entren en contacto con él.

Una alternativa mejor sería precalentar el sartén a fuego medio, agregar un poco de aceite de coco o ghee, y una vez caliente, añadir las verduras. Luego, puedes terminar con un chorrito de AOVE en crudo para dar sabor y un extra de nutrientes.

Otro ejemplo: si sueles hornear vegetales a alta temperatura (200-220°C), evita usar aceite de oliva para cubrirlos antes de hornear. En su lugar, usa un aceite más resistente al calor o cocínalos al vapor y roíalos con AOVE justo antes de servir.

El poder de informarte y elegir mejor

Tomar decisiones conscientes en la cocina es una forma poderosa de autocuidado. Saber qué grasas usar, cómo y cuándo, puede influir en tu salud, tu energía y hasta en tu estado de ánimo. No se trata de eliminar el aceite de oliva, sino de entender cómo usarlo a tu favor.

Recuerda que cada pequeño cambio suma. Elegir el aceite correcto para cada tipo de preparación es un acto de amor propio y una forma sencilla de transformar tu bienestar desde lo más cotidiano: tu cocina.