Hacer de la lectura un hábito no tiene que ser algo complicado ni forzado. La clave está en empezar pequeño y hacerla algo disfrutable, no una obligación. Primero, elige libros que realmente te emocionen. No importa si es una novela ligera, una biografía inspiradora o incluso un cómic. Lo importante es que te conectes con la historia o el tema, para que no sientas que estás haciendo un esfuerzo.

Establecer una rutina también puede ayudar mucho. Si te propones leer un capítulo antes de dormir o mientras tomas un café por la mañana, es más probable que lo conviertas en parte de tu día a día. No necesitas dedicarle horas, con solo 15 o 20 minutos al día puedes ir notando el progreso. Y si un día no puedes leer, no te sientas culpable, lo bonito de este hábito es disfrutarlo, no presionarte.

Otra estrategia es rodearte de libros y dejar que la curiosidad fluya. Coloca libros en lugares donde pasas tiempo, como en la mesa de noche o en la sala de estar. Así, cuando tengas un momento libre, estarás listo para sumergirte en la lectura. Y si tienes amigos que también leen, compartir libros y opiniones puede motivarte aún más.

Recuerda, lo importante es que la lectura se convierta en algo placentero, no en una tarea. Si un libro no te atrapa, no dudes en dejarlo y probar con otro. Al final, lo que importa es que cada página te acerque más a descubrir nuevos mundos, ideas o conocimientos.