Sabías que 90% de las personas escribe cosas que no pueden decir en persona

Es realmente fascinante cómo la comunicación escrita puede ser un canal para expresarnos de una manera que a menudo no somos capaces de hacer cara a cara. Se dice que alrededor del 90% de las personas escriben cosas que no pueden decir en persona, y esto tiene mucho que ver con la seguridad que nos da el tener tiempo para reflexionar antes de compartir algo tan personal o vulnerable. Cuando hablamos directamente con alguien, estamos expuestos a su reacción inmediata, y eso puede ser aterrador. La idea de ser malinterpretado, el miedo al juicio o incluso la incapacidad de encontrar las palabras adecuadas en un momento de tensión, nos lleva a guardarnos muchas veces lo que realmente pensamos o sentimos.

La escritura, en cambio, nos da un espacio para organizarnos, editar y reformular lo que queremos transmitir. Podemos tomarnos todo el tiempo que necesitemos para que nuestras palabras sean precisas y cuidadosas. Incluso en plataformas como las redes sociales o los mensajes de texto, tenemos la oportunidad de reflexionar sobre lo que estamos escribiendo, elegir cuidadosamente nuestras palabras, e incluso corregirnos si es necesario. La distancia emocional que nos ofrece la pantalla, sin el contacto directo y las reacciones instantáneas, genera un ambiente en el que nos sentimos más libres para expresarnos.

Esto también puede ser explicado por la naturaleza misma de la comunicación digital. Las redes sociales, las aplicaciones de mensajería y los correos electrónicos se han convertido en plataformas que, aunque pueden ser un medio muy efectivo para mantenernos conectados, también crean una especie de “burbuja” en la que nos sentimos más cómodos. Esta burbuja virtual hace que muchas personas se sientan más seguras para compartir pensamientos y sentimientos que en una conversación cara a cara podrían parecer demasiado intensos o incluso vulnerables. Sin las miradas directas, las reacciones físicas y el contexto social inmediato, el riesgo de ser juzgado disminuye, y con ello, las personas suelen sentirse más abiertas a expresarse.

Por supuesto, esta distancia también tiene sus complicaciones. A veces, al estar separados por una pantalla, podemos ser más impulsivos o incluso más crudos de lo que seríamos en persona. Es más fácil escribir algo rápidamente sin pensar demasiado en cómo nuestras palabras afectarán a la otra persona. Es fácil olvidar que detrás de la pantalla hay una persona real con emociones y reacciones. Es por eso que muchas veces los mensajes escritos, ya sea en forma de comentarios o correos electrónicos, pueden ser malinterpretados o incluso generar conflictos que nunca hubieran ocurrido si la conversación hubiera sido cara a cara.

Además, escribir cosas que no decimos en persona puede ser una forma de procesar nuestras emociones o pensamientos. Hay personas que encuentran un gran alivio en escribir lo que sienten, ya sea en un diario, una carta que nunca será enviada o incluso en un post en redes sociales que prefieren mantener privado. Esta práctica puede servir como una forma de catarsis, un medio para entenderse mejor a sí mismos y liberar emociones que quizás no están listas para compartir con el mundo. La escritura, en este sentido, se convierte en una herramienta terapéutica, un espacio seguro donde se pueden expresar sentimientos sin la presión de ser juzgado o incomprendido.

Este fenómeno también nos habla de la evolución de la comunicación humana. Hoy en día, con la tecnología que tenemos al alcance, las interacciones cara a cara no son siempre necesarias para una conexión profunda. Aunque la conexión física sigue siendo invaluable, muchas personas experimentan momentos de verdadera cercanía e intimidad a través de las palabras escritas, como ocurre con las cartas o mensajes largos enviados a un amigo cercano o ser querido. La escritura permite compartir pensamientos profundos, reflexiones y hasta deseos que, en ocasiones, no podemos expresar en la rapidez de una conversación verbal.

Sin embargo, también es importante recordar que, aunque la escritura nos da esta libertad, no debemos olvidar el valor de las conversaciones directas. A veces, lo que se escribe no puede ser lo mismo que lo que se siente o se entiende en un encuentro cara a cara. La comunicación no solo está compuesta de palabras, sino también de gestos, tono de voz, lenguaje corporal y la energía que se transmite al estar en el mismo espacio. Por eso, si bien escribir puede ser una forma poderosa de expresarse, la comunicación cara a cara sigue siendo esencial para construir relaciones sólidas y profundas.

En conclusión, la idea de que el 90% de las personas escriben cosas que no pueden decir en persona nos invita a reflexionar sobre cómo la tecnología y las dinámicas de comunicación han cambiado nuestras interacciones. Nos da una pista de cómo nos hemos adaptado para gestionar nuestras emociones y pensamientos en un mundo cada vez más conectado pero también más distante. La escritura nos da la oportunidad de ser vulnerables, pero también nos recuerda la importancia de encontrar el equilibrio entre lo digital y lo personal. En última instancia, ya sea por escrito o en persona, lo importante es que sigamos encontrando maneras de expresar lo que realmente sentimos y pensamos, de forma que podamos conectar de manera auténtica con los demás.


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